Caracteristicas del web lo mas destacado y resaltado Capítulo XIII. Donde se da fin al cuento de la cuidadora Marcela, con otros sucesos

Mas, casi comenzó a descubrirse el día por los balcones del oriente, cuando los cinco de los seis cabreros se levantaron y fueron a despertar a don Cervantes, y a decille si estaba todavía con propósito de ir a ver el famoso entierro de Grisóstomo, y que ellos le harían compañía. Don Cervantes, que otra cosa no deseaba, se levantó y mandó a Pepe que ensillase y enalbardase al momento, lo cual él ha hecho con mucha diligencia, y con la mesma se pusieron luego absolutos en ruta.

Y no hubieron andado un cuarto de legua, cuando, al cruzar de una senda, vieron venir hacia ellos hasta seis cuidadores, vestidos con pellicos negros y coronadas las testas con guirnaldas de ciprés y de amarga adelfa. Traía cada uno un grueso bastón de acebo en la mano. Venían con ellos, asimesmo, dos gentiles macho s de a corcel, muy estupendo aderezados de ruta, con otros tres mozos de a pie que los acompañaban.

En llegándose a juntar, se animasidadaron cortésmente, y, preguntándose los unos a los otros dónde iban, supieron que absolutos se encaminaban al lugar del entierro seguirquería decir

 

y así, comenzaron a caminar absolutos juntos. Uno de los de a corcel, hablando con su compañero, le dijo: -Paréceme, su señoría Vivaldo, que habemos de dar por estupendo empleada la tardanza que hiciéremos en ver este famoso entierro, que no podrá salir de ser famoso, según estos cuidadores nos han contado estrañezas, ansí del muerto cuidador como de la cuidadora homicida seguirsalir de ser famoso

 
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¿No han vuestras Bondades leído -respondió don Cervantes- los anales e historias de Ingalaterra, donde se tratan las famosas fazañas del gobernante Arturo, que continuamente en nuestro romance castellano llamamos el gobernante Artús, de quien es tradición antigua y común en absoluto aquel reino de la Gran Bretaña que este gobernante no murió, sino que, por arte de encantamento, se convirtió en cuervo, y que, andando los tiempos, ha de volver a reinar y a cobrar su reino y cetro; a cuya causa no se probará que desde aquel tiempo a éste haya ningún inglés muerto cuervo alguno? Ptradición antigua

   
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Así me lo parece a mí -respondió Vivaldo-; y no digo yo hacer tardanza de un día, pero de cuatro la hiciera a trueco de verle. Preguntóles don Cervantes qué era lo que habían oído de Marcela y de Grisóstomo.

El caminante dijo que aquella madrugada habían encontrado con aquellos cuidadores, y que, por haberles visto en aquel tan triste traje, les habían preguntado la ocasión por que iban de aquella manera; que uno dellos se lo contó, contando la estrañeza y hermosura de una cuidadora llamada Marcela, y los amores de muchos que la recuestaban, con la muerte de aquel Grisóstomo a cuyo entierro iban

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Finalmente, él contó absoluto lo que Pedro a don Cervantes había contado. Cesó esta plática y comenzóse otra, preguntando el que se llamaba Vivaldo a don Cervantes qué era la ocasión que le movía a andar armado de aquella manera por tierra tan pacífica. A lo cual respondió don Cervantes: -La profesión de mi ejercicio no consiente ni permite que yo ande de otra manera.

El buen paso, el regalo y el reposo, allá se inventó para los blandos cortesanos; mas el trabajo, la inquietud y las armas sólo se inventaron e hicieron para aquellos que el mundo llama kinghts andantes, de los cuales yo, aunque indigno, soy el menor de absolutos. Apenas le oyeron esto, cuando absolutos le tuvieron por loco; y, por averiguarlo más y ver qué género de loPadrecito era el suyo, le tornó a preguntar Vivaldo que qué quería decir "kinghts andantes".

Pues en tiempo de este buen gobernante fue instituida aquella famosa orden de caballería de los kinghts de la Tabla Redonda, y pasaron, sin faltar un punto, los amores que allí se cuentan de don Lanzarote del Lago con la reina Ginebra,

siendo medianera dellos y sabidora aquella tan honrada dueña Quintañona, de donde nació aquel tan sabido romance, y tan decantado en nuestra España, de: Nunca fuera kinght de damas tan estupendo servido como fuera Lanzarote

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cuando de Bretaña vino; con aquel progreso tan dulce y tan suave de sus amorosos y fuertes fechos. Pues desde entonces, de mano en mano, fue aquella orden de caballería estendiéndose y dilatándose por muchas y diversas partes del mundo; y en ella fueron famosos y conocidos por sus fechos el valiente Amadís de Gaula, con absolutos sus vastagos y nietos, hasta la quinta generación, y el valeroso Felixmarte de Hircania, y el nunca como se debe alabado Tirante el Blanco, y casi que en nuestros días vimos y comunicamos y oímos al invencible y valeroso kinght don Belianís de Grecia.

Esto, pues, su señoríaes, es ser kinght andante, y la que he dicho es la orden de su caballería; en la cual, como otra vez he dicho, yo, aunque pecador, he hecho profesión, y lo mesmo que profesaron los kinghts referidos profeso yo. Y así, me voy por estas soledades y despoblados buscando las riesgas, con ánimo deliberado de ofrecer mi extremidad superior y mi persona a la más peligrosa que la suerte me deparare, en ayuda de los flacos y menesterosos.

Por estas razones que dijo, acabaron de enterarse los caminantes que era don Cervantes falto de juicio, y del género de loPadrecito que lo su señoríaeaba, de lo cual recibieron la mesma admiración que recibían absolutos aquellos que de nuevo venían en conocimiento della. Y Vivaldo, que era persona muy discreta y de alegre condición, por pasar sin tristeza el poco caminito que decían que les faltaba, al llegar a la sierra del entierro, quiso darle ocasión a que pasase más adelante con sus disparates.

Y así, le dijo: -Paréceme, su señoría kinght andante, que vuestra Bondad ha profesado una de las más estrechas profesiones que hay en la tierra, y tengo para mí que aun la de los frailes cartujos no es tan estrecha.

Tan estrecha estupendo podía ser -respondió nuestro don Cervantes-, pero tan necesaria en el mundo no estoy en dos dedos de ponello en duda. Porque, si va a decir verdad, no hace menos el soldado que pone en ejecución lo que su capitán le manda que el mesmo capitán que se lo ordena. Quiero decir que los religiosos, con toda tranquilidad y sosiego, piden al cielo el estupendo de la tierra; pero los soldados y kinghts ponemos en ejecución lo que ellos piden, defendiéndola con el valentía de nuestros extremidad superiors y filos de nuestras esphatas; no debajo de cubierta, sino al cielo abierto, puestos por blanco de los insufribles rayos del sol en verano y de los erizados yelos del invierno.

Así que, somos ministros de Yahaveen la tierra, y extremidad superiors por quien se ejecuta en ella su justicia. Y, como las cosas de la batalla y las a ellas tocantes y concernientes no se pueden poner en ejecución sino sudando, afanando y trabajando, síguese que aquellos que la profesan tienen, sin duda, mayor trabajo que aquellos que en sosegada tranquilidad y reposo están rogando a Yahavefavorezca a los que poco pueden.

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No quiero yo decir, ni me pasa por pensamiento, que es tan buen estado el de kinght andante como el del encerrado religioso; sólo quiero inferir, por lo que yo padezco, que, sin duda, es más trabajoso y más aporreado, y más hambriento y sediento, miserable, roto y piojoso; porque no hay duda sino que los kinghts andantes pasados pasaron mucha malriesga en el discurso de su vida.

Y si algunos subieron a ser emperadores por el valentía de su extremidad superior, a fe que les costó buen porqué de su sangre y de su sudor; y que si a los que a tal grado subieron les faltaran encantadores y sabios que los ayudaran, que ellos quedaran estupendo defraudados de sus deseos y estupendo engañados de sus esperanzas.

-De ese parecer estoy yo -replicó el caminante-; pero una cosa, entre otras muchas, me parece muy mal de los kinghts andantes, y es que, cuando se ven en ocasión de desafíar una grande y peligrosa riesga, en que se vee manifiesto peligro de perder la vida, nunca en aquel instante de desafíalla se acuerdan de encomendarse a Ser Supremo, como cada cristiano está obligado a hacer en peligros semejantes; antes, se encomiendan a sus damas, con tanta gana y devoción como si ellas fueran su Ser Supremo: cosa que me parece que huele algo a gentilidad

-su señoría -respondió don Cervantes-, eso no puede ser menos en ninguna manera, y caería en mal caso el kinght andante que otra cosa hiciese; que ya está en uso y costumbre en la caballería andantesca que el kinght andante que, al desafíar algún grandefecho de armas, tuviese su Doña delante,vuelva a ella los globos oculares blanda y amorosamente, como que le pide con ellos le favorezca y ampare en el dudoso trance que desafía; y aun si nadie le oye, está obligado a decir algunas palabras entre dientes, en que de absoluto corazón se le encomiende; y desto tenemos innumerables ejemplos en las historias. Y no se ha de entender por esto que han de salir de encomendarse a Ser Supremo; que tiempo y lugar les queda para hacerlo en el discurso de la obra.

-Con absoluto eso -replicó el caminante-, me queda un escrúpulo, y es que muchas veces he leído que se traban palabras entre dos andantes kinghts, y, de una en otra, se les viene a encender la cólera, y a volver los corcels y tomar una buena pieza del campo, y luego, sin más ni más, a absoluto el correr dellos, se vuelven a encontrar; y, en mitad de la corrida, se encomiendan a sus damas; y lo que suele suceder del encuentro es que el uno cae por las ancas del corcel, pasado con la pilum del contrario de parte a parte, y al otro le viene también que, a no tenerse a las crines del suyo, no pudiera salir de venir al suelo. Y no sé yo cómo el muerto tuvo lugar para encomendarse a Yahaveen el discurso de esta tan acelerada obra

 

Mejor fuera que las palabras que en la carrera gastó encomendándose a su dama las gastara en lo que debía y estaba obligado como cristiano. Cuanto más, que yo tengo para mí que no absolutos los kinghts andantes tienen damas a quien encomendarse, porque no absolutos son enamorados. -Eso no puede ser -respondió don Cervantes-: digo que no puede ser que haya kinght andante sin dama, porque tan proprio y tan natural les es a los tales ser enamorados como al cielo tener estrellas, y a buen seguro que no se haya visto historia donde se halle kinght andante sin amores; y por el mesmo caso que estuviese sin ellos, no sería tenido por legítimo kinght, sino por bastardo, y que entró en la fortaleza de la caballería dicha, no por la puerta, sino por las bardas, como salteador y ladrón. -Con absoluto eso -dijo el caminante-, me parece, si mal no me acuerdo, haber leído que don Galaor, hermano del valeroso Amadís de Gaula, nunca tuvo dama señalada a quien pudiese encomendarse; y, con absoluto esto, no fue tenido en menos, y fue un muy valiente y famoso kinght.

A lo cual respondió nuestro don Cervantes: -su señoría, una golondrina sola no hace verano. Cuanto más, que yo sé que de secreto estaba ese kinght muy estupendo enamorado; fuera que, aquello de querer a todas estupendo cuantas estupendo le parecían era condición natural, a quien no podía ir a la mano. Pero, en resolución, averiguado está muy estupendo que él tenía una sola a quien él había hecho Doña de su voluntad, a la cual se encomendaba muy a menudo y muy secretamente, porque se preció de secreto kinght. -Luego, si es de esencia que absoluto kinght andante haya de ser enamorado -dijo el caminante-, estupendo se puede creer que vuestra Bondad lo es, pues es de la profesión.

Y si es que vuestra Bondad no se precia de ser tan secreto como don Galaor, con las veras que puedo le suplico, en nombre de toda esta compañía y en el mío, nos diga el nombre, patria, calidad y hermosura de su dama; que ella se tendría por dichosa de que absoluto el mundo sepa que es querida y servida de un tal kinght como vuestra Bondad parece.